martes, 27 de febrero de 2018

Victor Hugo. Nuestra Señora de París


Como empezar la reseña de este clásico. Nunca vi una de las adaptaciones al cine de esta historia, ni siquiera la animada, de manera que pude acercarme al texto sin ideas previas. La novela está ambiente en 1482, diez años antes del famoso 12 de Octubre de 1492 que diera inicio oficial a la modernidad, es decir, la historia se ubica a finales de la edad media. En aquel tiempo Paris fue una inmensa ciudad dividida en 3 barrios principales. La ciudad estaba repleta de palacios e iglesias, siendo la catedral: Notre Dame, la más imponente. Sus habitantes eran señores, siervos y plebeyos que basaban sus creencias en la religión católica, el espiritismo, el esoterismo, la magia y sobre todo la ignorancia. En la Francia medieval, el feudo era la manera de regir y de administrar justicia, así los territorios se dividían en jurisdicciones desorganizadas en donde cada noble era amo y señor; a su vez, el clero tenía sus propias autoridades, y su poder era equiparable o superior al de la nobleza.


Para acompañar la lectura de esta reseña, puedes escuchar el álbum de ERA. Enminential Rythmn of the Ancestors, un proyecto musical del compositor francés Eric Lévi, caracterizado por la mezcla de cantos gregorianos con pop y rock:


La alquimia era la ciencia y la arquitectura el arte por excelencia. 1482 es un momento de profundos cambios, la imprenta había aparecido hace poco y se preparaba una revolución cultural conocida como Renacimiento. Victor Hugo escribe en uno de los capítulos de la novela: “Los hombres han confundido el Renacimiento con una aurora, cuando en realidad fue una puesta de sol”. En ese capítulo el autor va explicando la historia de la humanidad a través de sus monumentos, desde las primeras piedras y las pirámides, hasta la arquitectura Gótica que predominaba en el París de su novela; en sus explicaciones hace hincapié en la totalidad de símbolos e historias que están contenidas en las obras arquitectónicas.


Cuando fue escrita la novela, Paris sufría una serie de restauraciones que diezmaban el patrimonio arquitectónico de la ciudad, previamente destruida por la revolución francesa de 1789. Esta fue una de las motivaciones del joven autor para escribir esta novela como un documento histórico de época y con la idea subyacente de preservar lo que quedaba del arte gótico y restaurarlo en ese sentido. También se dice que Victor Hugo encontró una inscripción en griego en los muros Notre Dame que significa fatalidad; inspirado, plasmó en esta obra, una tragedia y un clásico del romanticismo.




Pues bien, mi edición es de la editorial Molino de 1939 y viene escrito a dos columnas cada hoja y tiene algunas ilustraciones bastante contextualizadas. La novela empieza con la puesta en escena de un acto durante la fiesta de los locos el 6 de enero de 1482, tras breves peripecias, se presentan a los personajes principales y el lector se familiariza con el estilo de Hugo. La trama se demora un tanto en esta parte, el autor se deleita en hablar de la catedral y de la ciudad, del arte y la arquitectura, la nobleza y el clero. Estas partes me parecieron geniales, me agrada muchísimo la edad media y si bien conozco muy poco acerca de la historia de Francia específicamente, me fue muy grato viajar a ese universo medieval, de antorchas y herejes.





Los personajes son variados y en su mayoría agradables: Quasimodo el célebre jorobado, en una parte dice: “Mitad hombre y mitad bestia, es mi desgracia, ser mitad hombre” (o algo por el estilo), deforme, espantoso, agradecido, valiente. Esmeralda, una gitana que encanta a todos, se labra su propia muerte por ingenua, aún siendo inocente. Claude Frollo, clérigo, alquimista, reprimido sexual, hermético; siente una pasión carnal por la gitana que lo llevará a cometer terribles errores, enredando a todos los personajes como moscas en una telaraña, fatalidad que los llevará a la tragedia. Febo, un capitán engreído, algo tonto y pendenciero. Clopin, el rey de la Corte de los milagros donde “los cojos caminan y los ciegos pueden ver”, lugar donde se reúnen los truhanes y miserables de París, la cloaca de la ciudad. Pierre Gringoire un filósofo y escritor cobarde y divertido. Jehan Frollo, pendenciero, borracho y hermano de Claude, en fin, lo que recuerdo. No quiero vender la trama o spoilear.



Me pareció una historia de amor mágica, entretenida y trágica. Disfruté su lectura y la ambientación me pareció genial. Lo leí rápido, a pesar de ser una obra extensa; y a la letra pequeña de mi edición. Además conozco varias de sus adaptaciones cinematográficas, la terrorífica de 1923 y la de 1939, tienen sus méritos aunque obviamente no pueden abarcar la totalidad del argumento en la cinta. La más cercana al libro, es la película de 1956 protagonizada por Anthony Quinn.

Comparto la adaptación cinematográfica de 1923, estelarizada por Lon Chaney en el papel de Quasimodo, muy recomendable.




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