Huilo Ruales Hualca nacido en 1947 en la ciudad de Ibarra, es uno de los escritores ecuatorianos más importantes de la actualidad. Su obra transgresora, marginal y grotesca es una descripción sublime de personajes harapientos y cotidianidades del lumpen. Esta antología reúne varios relatos de algunos de sus libros y tienen como eje central a la ciudad de kito, espejo de Quito, la carita de Dios.
Acompaña esta reseña (lectura) con el primer álbum de la banda kiteña de Hip-Hop, Tzanza Matantza: "Saca la Cara".
El autor retrata una ciudad que se mueve y repta como sus
personajes, un caos urbano y suburbano polarizado por la modernidad. La
terminal terrestre (descrita con soltura en uno de sus cuentos) la divide en
dos: el norte con oficinas, hoteles y barrios residenciales; y el centro-sur
con andrajosos, hacinamiento e indigentes. En ese territorio Huilo nos presenta
una obra genial tanto en su contenido como en su forma.
Esta antología
de cuentos contiene 9 relatos. Mis favoritos: Los locos amores de una lechuga, el alma al diablo, es viernes para siempre marilín y leyendas
olvidadas del reino de la Tuentifor; estos dos últimos cuentos son de
los mejores que he leído en mi vida. (No he leído mucho, por supuesto).
Los impactantes
cuentos de Huilo tienen como protagonista a los desposeídos. Esta circunstancia
aparece en la literatura ecuatoriana y latinoamericana desde principios del
siglo XX. En ese sentido; el indígena, el montonero o el obrero son tema
fundamental de la literatura de Realismo Social de nuestro país. A partir de la
década de los 70 con la modernización de las urbes de Latinoamérica,
este rasgo se radicaliza y los oprimidos reconocidos por la sociedad, dan paso
a nuevos personajes, aquellos cuya existencia ni siquiera es reconocida; y que
rápidamente pueblan la periferia. En una entrevista el autor comentó seguir
poco o casi nada a la literatura ecuatoriana, mencionando entre sus influencias
importantes, a los poetas malditos. A pesar de ello, la obra de Ruales puede
ubicarse en el contexto ecuatoriano como sucesora de la de Pablo Palacio.
Estos seres
periféricos son tullidos, mendigos, putas, ciegos, delincuentes, seres deformes
que reptan, entre otros. Son seres humanos que viven en condiciones cercanas a
los animales, excluidos de Quito, forman su propio Kito, su otro Kito, la
dualidad de la capital ecuatoriana. Las peripecias, tragedias y esperanzas de
estos seres, se retratan en estos textos de forma noble y cruda, ahí estriba la
grandeza del escritor. Violadores, borrachos, y hombres-rana provistos de una desalmada
dignidad, una sombría ilusión y una espantosa soledad inherente a la especie.
Para conseguirlo
Huilo crea una dimensión lirica aparte. Sus formas narrativas representan a ese
personaje enajenado de sus cuentos, al discurso extraoficial o más bien al
anti-oficial y rechaza el uso de mayúscula, olvida signos de puntuación, usa
apodos y escribe “malas palabras”. Combina de manera degenerada y preciosa las
tradiciones escrita y oral con un léxico popular y lírico. Sus narraciones
además están llenas de simbolismos, se destaca la muerte del padre, el odio a
la madre, la religión pisoteada (el alma
al diablo, es la historia de Jesús, no el nazareno) la enajenación social y
el anhelo de un mejor porvenir. Este último elemento se presenta como suicidio,
Faraón, asesinato o edén azul (droga) para cambiar esa vida inmunda por ese
mejor porvenir.
Este libro me
sorprendió, me sobrecogió, me embriagó. Estoy seguro que regresaré repetidas
veces a estos cuentos y como es lógico, buscaré más obras de este genial
literato ecuatoriano Su lugar en el librero es justo en medio de Pablo Palacio
y Victor Hugo Vizcarra.
Huilo Ruales Hualca, junto a otro escritor ekuatoriano: Fernando Escobar Paéz
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